Besos que cuidan, ojos claros que guían.
Creo en esos ojos claros que tomaron mi mano en el camino más oscuro. En esos brazos que se convirtieron en hogar, el minuto que los conocí. Puestas de sol, vinos blancos, confesiones de una borracha adicta a la melancolía y las canciones de Taylor. Sigo siendo la misma que se reconstruyo desde cero. Floreció desde dentro, después de todo lo feo. Y siendo sincera, a veces pienso en aquella época de miedos y ansiedad. Tengo pesadillas, quiero gritar. ¡Sal!, ¡corre!, ¡ahí no es! Pero despierto en una cama de nubes en unos brazos que confían, con besos que cuidan y calman. En un hogar donde no caben las mentiras, las dobles intenciones, las heridas. Y camino con el que me vio con todo, y decidió nunca dejarme ir, reafirmando que soy todo lo que soñó. Familias, viajes, árboles de navidad, burocracia, flores, aniversarios, detalles, tés antes de irnos a dormir, nuevas sábanas, fotos enmarcadas, clases de cocina, y por todo lo que nos queda por vivir. Encantada de tomarte la mano